GIJÓN
21 de Agosto de 1936
"No ha habido rendición. Los insurrectos, principalmente oficiales, con el cuartel envuelto en llamas desde hacía doce horas, siguieron defendiéndose detrás de sacos terreros y murieron matando. Descubrámonos respetuosamente ante sus cadáveres." - Indalecio Prieto.
Cuando el coronel Pinilla declaró su adhesión a la revuelta en la mañana del 20 de julio y empezó a ocupar edificios públicos, se halló en gran inferioridad numérica ante las fuerzas leales a la República. En vista que las milicias de la UGT y CNT ya estaban armadas (aunque precariamente) desde el día anterior y estaban advertidas de una posible revuelta, era evidente que no existía factor sorpresa a favor de los sublevados, por lo cual numerosos soldados de la guarnición desistieron de secundar a Pinilla y se rindieron a las autoridades gubernamentales respaldadas por las milicias, quienes desde el inicio tenían una abrumadora superioridad numérica con la cual podían impedir todo intento de dominar la ciudad.
Pronto los rebeldes quedaron en grave inferioridad numérica y concentraron su resistencia en el Cuartel de Simancas, llamado así por ser sede del Regimiento Simancas N° 40, donde resisten poco más de 350 hombres, y en el Cuartel del VIII Batallón de Zapadores que contaba apenas con 180 hombres. A pesar que las milicias republicanas tienen escasas armas, cuentan con grandes cantidades de dinamita que lanzan contra el cuartel durante sus ataques. El mando republicano determinó entonces suprimir la rebelión en Gijón, importante puerto sobre el Mar Cantábrico, antes que concentrar esfuerzos en los rebeldes de Oviedo, por lo cual los esfuerzos principales de las milicias asturianas se concentraron en los ataques contra los Cuarteles del Ejército en Gijón durante más de un mes.
Debido a la escasez de armas suficientes entre los republicanos, los ataques frontales al Cuartel del Simancas les causaron numerosísimas bajas los días 22, 23 y 24 de julio, pero éstas eran compensadas con refuerzos. Con ello, los rebeldes realizaron alguna excursión exitosa en busca de víveres y medicamentos, a pesar de hallarse en un minúsculo enclave a docenas de kilómetros de las fuerzas propias, sin opción de ayuda rápida.
Los rebeldes pronto se vieron faltos de comida suficiente, y sobre todo de agua, a pesar de lo cual la resistencia prosiguió. Se cree que Pinilla, fiado en la propaganda radiofónica del bando nacional respecto del Alcázar de Toledo, esperaba también un inminente rescate por parte de tropas amigas, sin considerar que, a diferencia del Alcázar, el Cuartel del Simancas era un edificio proyectado como colegio que de ninguna manera estaba preparado para soportar un cerco prolongado.
Los ataques con dinamita, aunque causaban grandes bajas a los republicanos, provocaban también graves daños en el cuartel, junto con bajas que los rebeldes no podían compensar. El 29 de julio apareció ante Gijón el crucero Almirante Cervera, ya en poder del bando nacional, pero sus cañoneos no bastaban para reducir los ataques al Cuartel del Simancas. El 1 de agosto se reinician los ataques de las milicias en Gijón hasta el día 5 y la aviación republicana bombardea el cuartel de los rebeldes el 2 de agosto, aumentando los daños. El 12 de agosto los milicianos de la República excavan un túnel subterráneo para tomar el Cuartel del Simancas definitivamente, combatiendo el día 15 contra los rebeldes que consiguen impedirlo. Aun cuando el acorazado España (antes llamado acorazado Alfonso XIII) y el destructor Velasco relevan al crucero Almirante Cerverala marina del bando nacional no puede auxiliar eficazmente a la cada vez más reducida guarnición rebelde, carente de agua y comida, y atacada de nuevo los días 16 y 20 de agosto. Finalmente, el día 21 con apoyo de aviones y artillería las milicias logran entrar al Cuartel del Simancas y derrotan a los últimos defensores de la posición, ejecutando a los oficiales sobrevivientes. En los últimos minutos el coronel Pinilla envía un mensaje radial a las unidades navales del bando nacional, que aún están frente a Gijón, ordenando que abran fuego sobre el cuartel indicando "Disparad sobre nosotros: el enemigo está dentro" antes de morir en el combate. Los buques sublevados no atienden el mensaje, considerándolo una treta de las milicias republicanas.
Fuente: Wikipedia
Pronto los rebeldes quedaron en grave inferioridad numérica y concentraron su resistencia en el Cuartel de Simancas, llamado así por ser sede del Regimiento Simancas N° 40, donde resisten poco más de 350 hombres, y en el Cuartel del VIII Batallón de Zapadores que contaba apenas con 180 hombres. A pesar que las milicias republicanas tienen escasas armas, cuentan con grandes cantidades de dinamita que lanzan contra el cuartel durante sus ataques. El mando republicano determinó entonces suprimir la rebelión en Gijón, importante puerto sobre el Mar Cantábrico, antes que concentrar esfuerzos en los rebeldes de Oviedo, por lo cual los esfuerzos principales de las milicias asturianas se concentraron en los ataques contra los Cuarteles del Ejército en Gijón durante más de un mes.
Debido a la escasez de armas suficientes entre los republicanos, los ataques frontales al Cuartel del Simancas les causaron numerosísimas bajas los días 22, 23 y 24 de julio, pero éstas eran compensadas con refuerzos. Con ello, los rebeldes realizaron alguna excursión exitosa en busca de víveres y medicamentos, a pesar de hallarse en un minúsculo enclave a docenas de kilómetros de las fuerzas propias, sin opción de ayuda rápida.
Los rebeldes pronto se vieron faltos de comida suficiente, y sobre todo de agua, a pesar de lo cual la resistencia prosiguió. Se cree que Pinilla, fiado en la propaganda radiofónica del bando nacional respecto del Alcázar de Toledo, esperaba también un inminente rescate por parte de tropas amigas, sin considerar que, a diferencia del Alcázar, el Cuartel del Simancas era un edificio proyectado como colegio que de ninguna manera estaba preparado para soportar un cerco prolongado.
Los ataques con dinamita, aunque causaban grandes bajas a los republicanos, provocaban también graves daños en el cuartel, junto con bajas que los rebeldes no podían compensar. El 29 de julio apareció ante Gijón el crucero Almirante Cervera, ya en poder del bando nacional, pero sus cañoneos no bastaban para reducir los ataques al Cuartel del Simancas. El 1 de agosto se reinician los ataques de las milicias en Gijón hasta el día 5 y la aviación republicana bombardea el cuartel de los rebeldes el 2 de agosto, aumentando los daños. El 12 de agosto los milicianos de la República excavan un túnel subterráneo para tomar el Cuartel del Simancas definitivamente, combatiendo el día 15 contra los rebeldes que consiguen impedirlo. Aun cuando el acorazado España (antes llamado acorazado Alfonso XIII) y el destructor Velasco relevan al crucero Almirante Cerverala marina del bando nacional no puede auxiliar eficazmente a la cada vez más reducida guarnición rebelde, carente de agua y comida, y atacada de nuevo los días 16 y 20 de agosto. Finalmente, el día 21 con apoyo de aviones y artillería las milicias logran entrar al Cuartel del Simancas y derrotan a los últimos defensores de la posición, ejecutando a los oficiales sobrevivientes. En los últimos minutos el coronel Pinilla envía un mensaje radial a las unidades navales del bando nacional, que aún están frente a Gijón, ordenando que abran fuego sobre el cuartel indicando "Disparad sobre nosotros: el enemigo está dentro" antes de morir en el combate. Los buques sublevados no atienden el mensaje, considerándolo una treta de las milicias republicanas.
Fuente: Wikipedia